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FUERZA, MI MÉXICO


Hace algo más de dos años sentí por primera vez lo que era tener el corazón roto, hecho trizas. Fue al montarme en el avión que despegaba de un país que me había acogido como si hubiera nacido en sus entrañas. Sufrí vértigo al ver que mis pies ya no pisaban suelo chilango, y que probablemente tardarían mucho tiempo en volver a recorrer su asfalto. Me pegué a la ventanilla como si me fuera la vida en ello, hasta que las lágrimas y el vaho me imposibilitaron la visibilidad. Sentí como mi corazón agonizaba desde que aquel avión con destino Madrid empezaba a desplazarse por las pistas del Aeropuerto Benito Juárez. Era como si mi ser sintiera pertenecer a ese entresijo de músicos ambulantes que me habían deleitado con su música, a las vendedoras callejeras que se habían convertido en auténticas musas, a los comerciantes de los mercados que me habían seducido a son de ‘güerita’ ofreciéndome no sólo productos mexicanos, sino un sinfín de chismes. A todos y cada uno de los mexicanos que habían sido la pieza clave de mi aventura. Y es que según iba traspasando la monstruosa ciudad en la que había pasado los tres últimos meses de mi vida su inmensa antorcha parecía no cesar; ni el ocaso era capaz de atenuar su vivacidad, iluminada por las almas de una ciudad en la que cuyos habitantes todavía tienen sueños. Y yo había amado hasta el último resquicio de la vida en ese país. Hoy, mi corazón vuelve a resquebrajarse al sentir un sismo que se ha llevado la vida de personas que conforman el alma de un país tan mago. Un país en el que sus habitantes tienen una sonrisa por carta de presentación; en el que la humanidad se eleva a su máximo exponente, y en el que la gratitud y la hospitalidad son tan regias como su hermosura. Que todo el amor y fuerza que me dieron se turnen recíprocos en estos momentos. El corazón y el coraje lo llevan innato por ser mexicanos. Y recuerden: sólo son franjas físicas, la unidad y cooperación del pueblo mexicano no se fraccionan. La fuerza de su llama les mantiene unidos. Les quiero.


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