EN BUSCA DEL ORGASMO
¿Estamos enfermos si no tenemos ganas de sexo todos los días? ¿Todas las semanas?
Julie, la protagonsita de AHORA ME TOCA A MÍ, sabe que un orgasmo es lo que pasa cuando su marido grita como un primate y deja caer su peso sobre ella. Pero sin embargo, no tiene la más remota idea de lo que ocurre en sus propias entrañas más allá de arquear su cuerpo, soportar el peso de su cónyuge y lanzar jadeos desde sus cuerdas vocales. Por esta razón, quiere dedicarse al onanismo a tiempo completo ya que «nunca ha comprobado en su propia carne la panacea del orgasmo femenino» , o al menos eso afirma.
Según avanzo las páginas de esta novela de la noruega Selma Lonning Aaro (sí, parece que los apellidos están escritos en el lenguaje de los SIMS), vuelvo a cerciorarme de que muchos de los grandes estigmas que aterran nuestra adolescencia, llegando a hacer sombría la edad adulta, han sido creados en el contexto que más desea (o cree desear) nuestro bien y nuestra felicidad: la familia.
Os preguntareis... ¿Cómo va a ser culpable la familia de una niñita noruega de que cuarenta años después no logre tener un orgasmo? Pues bien, cuando está tratando de alcanzar el orgasmo, a Julie no paran de asaltare pensamientos y recuerdos que le impiden concentrarse: el sonido de la máquina cortacésped de su padre, su despertar sexual, el exhibicionista con el que solía cruzarse de niña, las galletas de jengibre de su abuela y otro sinfín de recuerdos parecen dispuestos a arruinarle la tarea.
«Quiero acabar como una hoja en blanco, tan falta de pudor como cuando vine al mundo y me recibieron los gritos de mi madre. Porque seguro que en ese momento no tenía pudor. ¿Quizá sea el pudor lo que me impide ir más allá, lo que no me permite tener un orgasmo?», narra en la novela . Aunque la protagonista, Julie, tenga la capacidad de fantasear y apetito sexual. De hecho, Julie ha aprendido que el sexo vale más como un arma de doble filo para tener contento a su marido que para alcanzar su propia felicidad.
Otro de los puntos que me han parecido más interesantes es como Julie explica que la gente de su entorno llama al sexo "el acto»" Así que podríamos llamar teatro al coito, y convertirnos en actores que intentan satisfacerse el uno al otro, tratando de fingir. Lo somos en la cama. Lo somos en la vida. Es un hecho. Y más aún en la vida de una escritora: los de nuestro oficio imaginamos, entrevistarnos, creamos un escenario a nuestro alrededor.
Sin duda, «los sentimientos son problemáticos mientras que los vibradores parecían la cosa más normal del mundo», explica, por lo que decide dedicarse al onanismo a jornada completa con la gran ayuda de un conejito vibrador con garantía de orgasmo de 30 días encerrándose en el dormitorio conyugal a afanarse en la tarea ....
¿Logrará su gran hazaña? Esa de la que todas las mujeres de su entorno aseguran disfrutar hasta con 2 gatos, 3 hijos, 1 loro y un ventilador roto en su habitación? Véase la ironía.
El placer, al fin y al cabo, depende de la capacidad de abstracción. ¿Pero cómo lograr estar en el limbo mental cuando, por la cabeza de Julie, pasa semejante perlita: "Me gustaría pensar que somos una familia normal y bien avenida que cena pizza los sábados"?
¿Que si recomiendo esta lectura? Claro. El libro va más allá de su dinámica divertida: profundiza en los recuerdos y los tabúes que mitigan el orgasmo femenino. Y, entre otros tantos, deja el siguiente aprendizaje: la costumbre es la peor aliada en el camino hacia el placer.
"Mientras que los hombres tienen que cumplir, las mujeres podemos fingir."