Dicotomías de la volubilidad Cap. I
I.
Era demasiado egocéntrica como para pensar en un dueto. Deseaba con todas sus fuerzas enamorarse. Pero también era demasiado inteligente y cínica como para caer en el abismo del embelesamiento desmesurado que conlleva el ‘sobrevalorar’ a un otro, elevándolo a un ser todopoderoso digno de entrar en una etapa de metamorfosis tan poco existencialista como la muerte -depende de como la mires-. Digamos que era demasiado racional. Su racionalidad chocaba con su extremada sensibilidad haciéndole jugar malas pasadas. No eran aliadas, sino que más bien se comportaban como dos opositoras que no dudaban ni un momento a la hora de batirse a golpes en la cabeza de esta desdichada muchachita. Tanta lectura y viajes psico-fílmicos habían hecho de ella una mujer con ideales. Pero a su vez, le habían hecho idealizar casi todos los aspectos de la vida. Error, gran error. Lo que le había hecho sumirse en un mar de frustraciones. No soportaba la vida que la inmensa de la humanidad definía como ‘normal’, pero su volubilidad y su fobia a la mundanalidad no hacían otra cosa que entristecer su rostro.