Reviéntame

-Reviéntame, joder, reviéntame.

La agresividad de sus palabras rompía con el angelical rostro de su cara. Su tez blanquecina salpicada por pecas y unos hoyuelos dignos de la Mariquita Perez. Esa mirada melancólica que resultaba estar a años luz del aquí y el ahora, unos labios que sugerían estar sellados por carmín rosa palo y aquella naricita celestial de la que parecía mentira que procediera una respiración tan exaltada. Las cejas no demasiado arregladas le daban un aire infantil y esos cabellos ahora enmarañados y sudados, solían tener forma de una media melena sacada del anuario de papá y mamá.

No existían las medias tintas. Necesitaba sentirlo todo. Hasta ahora se había visto sumida en la frustración en prácticamente todos los campos de su vida. Del sexual ni hablamos. Por eso cuando algo le llenaba necesitaba exprimirlo. Aunque sólo fuera por unos instantes estaba mereciendo la pena. Sus modales de niña bien habían quedado a años luz y ahora, se batía a un cara a cara en el que no le importaba comportarse como el más banal de los animales. Nada parecía saciarla. Pedía más y más. Sabía que estaba lejos de llegar a ese momento culminante de sus deseos, pero ahora eso no importaba. Digamos que trataba de darle un toque de color exaltando los gritos que emanaban de su campanilla. Y es que joder, que manía tenía el mundo con el tópico del género femenino y el fingir sexual. A ella le ponía enaltecer el juego sexual, dotarlo de un tono teatral: cuánto más énfasis ponía en todo lo que acompañaba al mete-saca,mete-saca, más le satisfacía.

Le encantaba que su compañero guardara para sí su compostura de macho alfa y se mostrara vulnerable, ajeno a estereotipos y se sumiera en una melodía de sollozos y gemidos.

3.2.1.Acababa la función. La cúspide de él Vs la frustración de ella. Una vez más.

Ya podían bajar el telón: había tenido sus cinco minutos de gloria. Casi igual que cuando en unas horas, levantara las persianas y comenzara un nuevo día de su vida.