Sucedió en Sarajevo II: el ejemplo que la 'moderna' Europa no quiere ver.
Me resulta mágico -e inusual- observar como, en Sarajevo, conviven musulmanes, judíos, católicos y cristianos ortodoxos en perfecta armonía.
En los tiempos que corren, y con la población judía ya diezmada por la mezcla explosiva y paranoica del orgullo racial nazi, parece estar de moda señalar con el dedo cualquier hito de Islam y tacharlo de fundamentalista.
Sarajevo parece un microcosmos inerte al resto del estereotipado mundo europeo. Ayer, mientras tomaba una cerveza bosnia en un restaurante con una arquitectura y un diseño propios del ambiente más cool de lo que en España llamamos Occidente, no podía dejar de mirar de reojo a una pareja de amigas compuesta por una 'occidental al uso' de aire refinado y cierto toque vintage, y una musulmana ataviada con unas Converse rojas a juego con su hiyab.
La heterogénea pareja de amigas sacaba fotos al contenido de su plato -estratégicamente situado- para su posterior publicación en alguna red social -muy foodies ellas- y posaban 'casualmente' mostrando su mejor cara (como si no estuvieran al corriente de que la cámara de su Iphone de última generación las estaba retratando). Vamos, lo que comúnmente denominamos postureo en mi mundo.
¿Por qué una escena tan cotidiana en mi país, logra llamar tanto mi atención si la comparten personas de creencias religiosas diferentes entre sí? Tal vez, porque mis ojos no están acostumbrados a esta escena de tolerancia, que es sólo un ladrillo más de entre los millones que conforman esta ciudad de la antigua Yugoslavia.
