Me gusta que me pegues o el 26J
Antes de nada: siento manchar con política el nombre de un grupo tan honorífico como Los Punsetes. También siento que la política en mi país lleve consigo una connotación peyorativa.
Banda sonora de las elecciones generales del 26J.
Tenemos lo que nos merecemos. Sí, estoy harta de oír esta expresión hasta en la sopa (de letras, o mejor, sopa boba). Pero es la pura realidad. El problema no son (sólo) los políticos; el problema es que somos un pueblo al que en cuanto se le da un poco de poder sólo sabe dirigirlo hacia su propio ombligo. Se nos llena la boca criticando a quienes nos dirigen y volvemos a caer. A ver cuando nos enteramos de que poder y avaricia están cortados por el mismo patrón. No hace falta centrarnos en política para llevarnos las manos a la cabeza. Basta con fijarnos en nuestro día a día. Basta con fijarnos en el presidente de nuestra comunidad de vecinos, en nuestro jefe, o en nuestro delegado de clase -atención feminazis: uso el género masculino porque es el genérico-. Quien más o quien menos intenta sacar provecho para sí mismo. No me gusta generalizar. Está claro que no todos los españoles estamos dentro del mismo saco, pero quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Y es que por mucho que nos abochorne la Marca España, nos representa bastante más de lo que pensamos. La educación es la base de toda civilización, y está claro, que en nuestra querida España, esa del sol y la siesta, se han olvidado varios capítulos en cuanto a conciencia colectiva, respeto, empatía, igualdad y un largo etcétera de valores. ¿Tendrán la culpa de nuestra nefasta educación social los personajes de Barrio Sésamo? El chungo del Monstruo de las Galletas que se ponía ciego de dulces e incluso tragaba pipas a saltamata, o aquel pájaro amarillo que conversaba con su amigo imaginario y consumía LSD; tal vez todo este desastre nos venga de aquel muñeco -de cuyo nombre no puedo acordarme- que cantaba en un cubo de la basura mientras Epi y Blas, caricaturizaban, tal vez, a los homosexuales (...) Sarcasmos aparte. Puede que en nuestras escuelas no se nos enseñara eso de mirar al prójimo y que tampoco lo hiciera la tele. Pero, ¿y nuestros seres cercanos? Será que el haber crecido en un país en el que la corrupción está a la orden del día (Véase el Gaso Gürtel, Bárcenas, NÓOS, los ERE de Griñán, Palma Arena, Pokémon, Baltar, Mercurio, Pretoria, Brugal, Carlos Fabra, Voltor, Malaya, Poniente, Umbra o Banesto -por decir sólo los primeros que me vienen a la cabeza-) se haya convertido en algo tan habitual en nuestros telediarios que hayamos acabado tomándolo como algo más de nuestra cultura.
¿Que tenemos en el poder a políticos corruptos de quienes no paran de desvelarse tramas de corrupción? Pues nada oye, volvemos a votarlos. Porque parece ser que son quienes queremos que nos representen. Nos gusta que nos estafen, nos timen, nos roben. Parece que los españoles llevamos algo de masoquismo en nuestros genes. O tal vez es que nos interese que esos mismos que se han burlado en nuestra propia cara sigan en el poder porque, quien sabe, como en este país se lleva tanto el clientelismo, igual podemos seguir chupando del frasco. Luego ya está el colmo de la indiferencia de tan siquiera ejercer el derecho a voto. Yo misma he tenido que votar a la opción que menos mala me parecía. Y sí, es triste. Pero por favor, que a nadie se le ocurra quejarse cuando tan siquiera ha mostrado un mínimo compromiso con el resto de habitantes que viven en su país. Sí, existe un gran desinterés por la poltíca por parte de la ciudadanía, pero la indiferencia o el escepticismo sólo llevan al inmovilismo. Así que queridos españoles y españolas que no votáis porque estos políticos no os representan, darle la vuelta a la tortilla y mostrad que vosotros si que tenéis compromiso, y sino, callaros, porque nadie os ha dado vela en este entierro.
Hasta que no aprendamos a pensar en un yo colectivo; un yo que (con)vive con millones de ciudadanos, y a comprender que, en muchas ocasiones, empatizar vale más que barrer para casa, vamos a seguir tragando la misma mierda. Los políticos son sólo una pequeño muestra mediática de este país de pandereta al que le falta educación y le sobra conveniencia.