Ya no está
La persona que mejor te conoce se esfuma. Desaparece. Y es entonces, tras su desaparición, cuando aparece en escena la soledad. Y no me refiero al duelo que viene tras la ruptura con una pareja.
Como si de una negación de tu ser se tratara ya no tienes con quien compartir tus trivialidades y tus genialidades. Sientes que sólo tú te conoces. Y de repente, ves lo solo que estás en el mundo. No es que vayas por la vida poniéndote máscaras, pero sólo dejas ver tu esencia a aquella persona que consideras merecedoras de dicha ardua tarea. O a aquella persona que por los motivos que sean ha estado en el momento adecuado (o el tiempo suficiente) para abrirte de pies a cabeza.
Tras su huída sientes la necesidad de autoafirmar tu ser, pero no tienes con quien hacerlo. Tú te conoces, te conoces mejor que nadie (o eso crees). Pero tanto las manías como las grandezas parecen más veraces cuando se comparten, cuando sientes que otra persona también las percibe; las conoce.
Te toca toca recurrir a conversaciones banales con personas que forman parte de tu vida. Personas a las que quieres, a las que aprecias, o con las que simplemente compartes parte de tu existencia, sin importar su valor en ella. Estás rodeado de amigos, pero aún así, el vacío es irrefutable.¿Por qué? Porque el mero hecho de hablar de tu día a día con alguien, de hablar de planes -incluso de planes futuros-, sólo logra llenar una décima parte de tu ser. Llegan los dramatismos, incluso llegas a pensar que nadie más te va a llegar a conocer de esa manera. Claro que no. Ni aunque mañana murieses nadie lograría conocerte por completo. Unos te considerarían mejor de lo que eres; otros peor. Pero ambas opiniones serían igualmente equívocas.
Y es ahora cuando todo es más frío, más superficial, menos auténtico. Y por narices, te toca lidiar con la parte del iceberg abierta a todo el mundo. No te gusta, y empiezas a convertirte en un ermitaño.
Y entonces empiezas a escribir. Escribir para autoafirmarte; escribir para no olvidar quien eres; escribir para poder comunicarte como lo hacías con la persona que se fue. Escribir para ser.