Clase de construcción de 1er curso de Arquitectura
Me escita tu acné puberto
con mis paletas lamértelo
saciarme de tu elixir pusiento
hasta convertirlo en estiercol.
Cachitos de tu juventud andrógina,
aroma fresco en mi hocico,
amalgama de hormonas incandescentes
que guardas en el bajo vientre.
Tu orogénesis de arcilla
aún moldeable; aún enderezable.
Y tu terraplén abrupto,
entre marañas de testosterona.
Trocitos de virginidad amputada
por este amor patológico,
hecho de liviana perversidad
que solo busca un alma a la que amamantar.
Tu armadura se corroe
en forma de lluvia ácida.
Adiós caparazón,
au revoire inocence.
Y yo quedo tendida,
con anhelos de una juventud perdida
que ha sido mía por unos instantes
y que ahora flota entre mis flujos gástricos.
Para acabar muriendo
en un mar de podredumbre.
Adiós juventud,
Au revoire jeneusse.