Victimismo
- Paula Gil Ocón
- 13 ene 2016
- 1 Min. de lectura
Soy víctima
de esta urbe desalmada
de sus baldosas tapizadas
y sus fachadas encallecidas.
De noche la gente es más cruel
y por ese motivo, más divertida.
Por eso es duro cargar con el día
y caminar a ciegas para no ver.
Los perros sueñan con Chernobyl
ese funcionario lleva la etiqueta de made in Taiwan
las cotorras no abandonan su trincheras
y el acné es una criatura en peligro de extinción.
Flores (de) color de cero absoluto,
letras que quieren escapar al cirílico.
Sus arrugas disparan desesperación
y yo mudo en olla express.
¿Puedes ver esa muchedumbre disfrazada de civismo?
rebasando fronteras de hielo
hacia la negación de mi ser
en el horizonte de la soledad.
Como un vestido en el vacío
de aquel oxidado espejo
en el que es unánime el reflejo
del ave que al intentar volar, cae.
La inspiración comulga con la muerte
y sus límites me hacen víctima.
Una víctima que trata de basar su causa en nada;
de soñar para no ver.
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